Antes de negociar, es importante firmar un acuerdo de confidencialidad.

Debido a los altos niveles de competencia que existen en varios mercados en la actualidad, es bastante común que las empresas busquen nuevos “socios” para el desarrollo de proyectos o negocios conjuntos.

¿Qué buscan con él? Intentan aprovechar las sinergias empresariales con las que consiguen una mayor rentabilidad de la que obtendrían realizándolas en solitario. Con estos proyectos en común, las empresas se vuelven más competitivas y pueden posicionarse en mejores posiciones de mercado.

Todo suena muy bien: tenemos un proyecto común en el que obtenemos un mejor desempeño, en un período de tiempo más corto y utilizando menos recursos.

Sin embargo, no todo lo que reluce es oro, ya que en el desarrollo de estos proyectos conjuntos es inevitable que las partes compartan cierta información o documentación entre sí que puede dar lugar a verdaderos quebraderos de cabeza en el futuro. La naturaleza de esta información puede ser muy variada, desde la relacionada con planes o modelos de negocio, hasta la propiedad intelectual e industrial o la relacionada con la estrategia de marketing, entre otras.

El NDA podría definirse como un contrato privado que es firmado por dos o más partes con el objetivo de regular y prevenir la divulgación de información confidencial relacionada con una empresa o proyecto. Este deber de no divulgación puede afectar solo a una parte (en este caso sería unilateral) o vincular a ambas partes (acuerdo bilateral).

Al firmarlo, las partes impiden a priori que dicha información llegue a manos de terceros, obligándolos a utilizar dicha información únicamente para las finalidades pactadas en el objeto del contrato.

Por Orlando J. Gutiérrez

Español de México